Artemisa
Yo no necesito que arriben
primaveras
para entregar la lozanía de mis
flores,
ni me hace falta guardar mis
acuarelas
que pasean ufanas todos los colores
Tengo abiertas mis primorosas alas
que cálidas la aguardan con ternura,
tengo las manos de su amor colmadas
y el corazón henchido de su
esperanza pura
Hoy quiero cantarle a mi dulce musa,
aquella que me entregó su corazón
entero
cuando mi juventud más que confusa
me decía que siempre sería yo
primero
Diré que fue buena como el aguacero
cuando burla al estío y riega los
campos,
diré que me dio su amor con tanto esmero
y me enseñó a beber de los licores
santos
Diré que fue envidiablemente pródiga
como solo puede ser la madre tierra,
laboriosa como es la pequeña hormiga
que diligente, entierra y desentierra.
Que fue tan simple como la misma
rosa,
indiscutiblemente fuerte como un
roble
de entre las flores fue la más
hermosa
y como su alma, no habrá alma más
noble.
Fecunda en el bregar y hasta en la
risa
sus frutos brotaron con derroche,
de nombre bien llamada era Artemisa
y más que diosa fue un ángel en mi
noche
Demás está decir cuanto la quise
que hoy es la luz brillando en mis
auroras
y este Creador que todo lo bendice
la hizo santa de entre todas las
señoras
Y aunque en su honor no se haga
alguna misa,
yo que bebí de su vaso la ambrosía
le cantaré solemne y sin ninguna prisa
con estas letras con sabor a poesía.
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