Los niños del mundo
Un sueño tuve iniciando este nuevo año. Vi que cada espacio de nuestro planeta era
un precioso e infinito jardín florido, sembrado de la fragante y contagiante
risa de nuestros amados niños y niñas y cada uno de nosotros los adultos, éramos
los felices vigilantes de su integridad física y moral. Entretenida en tan maravillosas escenas,
percibí de pronto un armonioso revoloteo, vi surgir en el horizonte, pequeños y
alegres cuerpecitos alados portando cada uno una letra; los vi desfilar jocosos
en magistral coreografía, combinando perfectos actos acrobáticos, la dulce
expresión de sus rostros y sus cálidas e inocentes risas; al final de la imaginaria
pasarela los vi detenerse para ir alineándose uno al lado del otro, en tanto
una seductora y angelical melodía, se oía en todas los confines del universo,
fui siguiendo extasiada este acontecimiento y vi que cada corazón y cada par de
ojos sobre la faz de la tierra, fascinados, contemplaban el espectáculo, hasta
que finalmente un mensaje emergió fluido, impreso en el firmamento:
“Gracias por hacer de la tierra un paraje alegre y
seguro para nosotros”.
Firman: “Los niños del mundo
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